EL PAPA, LA RELIGIÓN Y LA OPINIÓN PÚBLICA
Los medios se han dado gusto. No es para menos, no todos los años se elige a un nuevo Papa.
Aun así, es evidente también sus ganas de hacer un "circo mediático" y aprovechar la fe de la gente para sus fines mercantilistas, como ya hemos mostrado en textos anteriores. Lo curioso es también ver como la opinión pública se vuelca aparentemente al "circo" de moda sin tener realmente convicciones firmes.
Pareciera que a veces parte de la opinión pública todo lo celebra, todo lo repite, sin ponerse a reflexionar realmente en lo que hace, piensa o exalta. De ahí, que esas grandes masas que se vuelcan a la tele o seguían a Juan Pablo II en estadios no necesariamente reflejen una mejoría y mayor fidelidad a la iglesia Católica.
Y es que eso es justamente la preocupación del nuevo Papa, Benedicto XVI o Joseph Ratzinger. Y es que Ratzinger ha criticado que los católicos se dejen llevar por "todo viento de doctrina". Por eso, tal vez, a pesar del entusiasmo masivo que despertó en los últimos años Juan Pablo II, Ratzinger piense que la iglesia católica es un barco que se hunde, como dijo en Semana Santa.
Y es que veamos ejemplos: durante estos días fue común oír entrevistas en la televisión o conductores y periodistas que afirmaban que el Papa "nos dejó grandes enseñanzas y hay que seguirlas", sin embargo esos mismos, como la mayoría de los mexicanos (como muestran las encuestas) dificilmente aprobarían la condena a usar anticonceptivos, y la "enseñanza" católica, que Juan Pablo II defendió innumerables veces, de que el sexo fuera del matrimonio y que no es para procrear es malo.
También es común oír decir a personas que al estar cerca del Papa o verlo, "sintieron una gran vibra, una gran energía", siendo que estos son claros conceptos y términos de la Nueva Era (mezcla de relativismo, postmodernismo y religiones orientales) que el propio Ratzinger ha condenado enfáticamente y llamado una "secta peligrosa".
Es más, las contradicciones alcanzan aun a los mismos jerarcas católicos. Ya que, de acuerdo a la condena explícita de Ratzinger de "resucitar ritos indígenas" y retomar las "creencias de las bases religiosas indígenas", el hecho de que Juan Pablo II se hubiera dejado hacer una "limpia" en plena misa en la Basílica de Guadalupe (cuando vino a canonizar a Juan Diego), es condenable y daña la "sana doctrina".
No obstante, en gran parte de los medios, sobre todo los electrónicos, y en gran parte de la opinión pública también parece no haber mesura y reflexión: entreguémonos hoy al circo de moda, al fin que mañana lo olvidaremos. Hoy es la moda religiosa, mañana podrá ser el desafuero o el mundial de futbol.
Por supuesto, no pretendo ofender a las personas que genuinamente ejercen su fe y su religión. Tampoco a quienes, desde el punto de vista de la doctrina católica, no estén ejerciendo bien su religión. Cada quien puede creer lo que quiera y manifestarla como quiera. Mi absoluto respeto a las creencias de todos, ya que no pretendo ofender a nadie.
Lo que sí pretendo, es tomar de ejemplo el caso del papa para analizar como parte de la opinión pública puede ser muy irreflexiva a veces. Y pretendo también darle la razón al nuevo Papa al señalar los efectos actuales que causa el relativismo y la falta de absolutos. Eso me permite decir que creo algo y actuar de una manera totalmene distinta sin tener siquiera cargo de conciencia.
Al final de cuentas, así somos a veces. Sólo basta recordar aquella historia famosa de manejo de la opinión pública, cuando la multitud gritaba ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! al mismo Jesucristo y una semana después la misma gente gritaba ¡Crucifícale!
Aun así, es evidente también sus ganas de hacer un "circo mediático" y aprovechar la fe de la gente para sus fines mercantilistas, como ya hemos mostrado en textos anteriores. Lo curioso es también ver como la opinión pública se vuelca aparentemente al "circo" de moda sin tener realmente convicciones firmes.
Pareciera que a veces parte de la opinión pública todo lo celebra, todo lo repite, sin ponerse a reflexionar realmente en lo que hace, piensa o exalta. De ahí, que esas grandes masas que se vuelcan a la tele o seguían a Juan Pablo II en estadios no necesariamente reflejen una mejoría y mayor fidelidad a la iglesia Católica.
Y es que eso es justamente la preocupación del nuevo Papa, Benedicto XVI o Joseph Ratzinger. Y es que Ratzinger ha criticado que los católicos se dejen llevar por "todo viento de doctrina". Por eso, tal vez, a pesar del entusiasmo masivo que despertó en los últimos años Juan Pablo II, Ratzinger piense que la iglesia católica es un barco que se hunde, como dijo en Semana Santa.
Y es que veamos ejemplos: durante estos días fue común oír entrevistas en la televisión o conductores y periodistas que afirmaban que el Papa "nos dejó grandes enseñanzas y hay que seguirlas", sin embargo esos mismos, como la mayoría de los mexicanos (como muestran las encuestas) dificilmente aprobarían la condena a usar anticonceptivos, y la "enseñanza" católica, que Juan Pablo II defendió innumerables veces, de que el sexo fuera del matrimonio y que no es para procrear es malo.
También es común oír decir a personas que al estar cerca del Papa o verlo, "sintieron una gran vibra, una gran energía", siendo que estos son claros conceptos y términos de la Nueva Era (mezcla de relativismo, postmodernismo y religiones orientales) que el propio Ratzinger ha condenado enfáticamente y llamado una "secta peligrosa".
Es más, las contradicciones alcanzan aun a los mismos jerarcas católicos. Ya que, de acuerdo a la condena explícita de Ratzinger de "resucitar ritos indígenas" y retomar las "creencias de las bases religiosas indígenas", el hecho de que Juan Pablo II se hubiera dejado hacer una "limpia" en plena misa en la Basílica de Guadalupe (cuando vino a canonizar a Juan Diego), es condenable y daña la "sana doctrina".
No obstante, en gran parte de los medios, sobre todo los electrónicos, y en gran parte de la opinión pública también parece no haber mesura y reflexión: entreguémonos hoy al circo de moda, al fin que mañana lo olvidaremos. Hoy es la moda religiosa, mañana podrá ser el desafuero o el mundial de futbol.
Por supuesto, no pretendo ofender a las personas que genuinamente ejercen su fe y su religión. Tampoco a quienes, desde el punto de vista de la doctrina católica, no estén ejerciendo bien su religión. Cada quien puede creer lo que quiera y manifestarla como quiera. Mi absoluto respeto a las creencias de todos, ya que no pretendo ofender a nadie.
Lo que sí pretendo, es tomar de ejemplo el caso del papa para analizar como parte de la opinión pública puede ser muy irreflexiva a veces. Y pretendo también darle la razón al nuevo Papa al señalar los efectos actuales que causa el relativismo y la falta de absolutos. Eso me permite decir que creo algo y actuar de una manera totalmene distinta sin tener siquiera cargo de conciencia.
Al final de cuentas, así somos a veces. Sólo basta recordar aquella historia famosa de manejo de la opinión pública, cuando la multitud gritaba ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! al mismo Jesucristo y una semana después la misma gente gritaba ¡Crucifícale!
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