LLEGA EL EPISODIO 3 Y LUCAS TERMINA SU SERIE
Se trata, al final de cuentas, de los Clásicos: una lucha heroica contra el mal, la prepotencia y el autoritarismo; un joven que busca su destino y sueña con grandes proezas; una princesa que se enamora de un grosero y valiente galán; un hombre que se redime y retoma el camino del bien después de haberse perdido.
Eso es la Guerra de las Galaxias y George Lucas, su creador, lo sabe bien. Él mismo lo menciona, al admitir la influencia de los mitos y textos de literatura clásicos en su historia galáctica (en un documental transmitido el pasado fin de semana por el Canal Fox): "cuando yo veía lo que había escrito y luego cotejaba con los Clásicos, veía que había grandes coincidencias".
Lo que no es para nada clásico es que este creador haya sabido aprovechar su ingenio para hacerse de tal manera millonario. Lo ha hecho con sus 5 películas anteriores y lo vuelve a hacer con la última película de la serie. En su primer día de exhibición, el jueves pasado, El Episodio 3, La Venganza de los Sith, rompió una marca y acumuló más de 50 millones de dólares de recaudación.
Miles de personas, literalmente, acudieron a las salas a ver el capítulo en donde Anakyn Skywalker se vuelve malo y se convierte en el odiado y temido Darth Vader. Interesante, de hecho, cómo Lucas puede crear tanta expectativa por una historia que ya se conoce. Es decir, no es que los fans no supieran lo que iba a pasar en el Episodio 3, ya sabían casi todo y aún así las salas se llenaron. Y es que lo importante de las películas de la Guerra de las Galaxias no es tanto el qué sino el cómo.
El Qué, ya lo dijo Lucas, es básicamente los Clásicos. "No hay nuevo bajo el Sol", dijo también el Rey Salomón. Y en el caso de la Guerra de las Galaxias es cierto: dictaduras van, vienen y vendrán (tristemente) en la Historia humana, lo mismo que historias de amor y de rebeldía. Los mismo, la falta de novedad, puede decirse de las referencias místicas y religiosas que Lucas incorpora en sus historias, empezando desde luego de la influencia zen así como del panteísmo y del budismo que se ve claramente reflejados en la idea de "La Fuerza" hasta el concepto bíblico cristiano de la "concepción inmaculada" con que Anakyn es milagrosamente dado a luz.
No obstante, reitero que el atractivo irresistible de estas películas no sólo es el Qué sino sobre todo el Cómo. Conjuntar estos elementos clásicos y embonarlos con buen tino con buenas secuencias de acción y efectos especiales espectaculares que hasta antes de La Guerra de las Galaxias nadie soñaba, no es cosa fácil.
En el caso del Episodio 3, no hay duda que es de las mejores logradas de las seis. En mi opinión es la mejor de las seis películas, aunque quizá sea muy pronto para decirlo. La película fluye con un ritmo magistral y va saltando con presteza "de cabo a cabo" para no dejar ningún cabo suelto de los que la resolución a esta altura de la historia exige.
El peso de esta película era muy importante en la serie ya que había que resolver muchas cosas. Había que mostrar, por ejemplo, cómo Anakyn se vuelve al lado oscuro, había que mostrar cómo el Senador Palpatine se convierte en el Emperador, había que mostrar qué pasa con la esposa de Anakyn y cómo nacen los futuros Jedis, Leia y Luke, había que enseñar una gran pelea de antología entre Obi Wan y Anakyn así como entre Yoda y el Emperador, etc. Todo lo hace Lucas con buen ritmo y dándole a cada "nudo" de la historia su peso e importancia.
La película cumple y entretiene. Las escenas de pelea y las batallas son secuencias de acción perfectamente armadas mientras que elementos artísticos como la música y la ambientación hacen que las escenas cobren ese nivel épico memorable que tiene toda la serie.
Por supuesto, el filme tiene sus defectos también. Y no son novedad: la actuación y la dirección actoral han sido siempre el enorme Talón de Aquiles de las películas de George Lucas y en esta ocasión no fue la excepción. Las escenas de drama entre Hayden Christensen (Anakyn) y Natalie Portman (Padmé) se ven sosas, sin pasión, sin emoción. Lo mismo se puede decir de la actuación en general de Christensen. A pesar de que esta era la película donde más podría lucirse, el actor no dio para mas. La gran lucha interna entre el bien y el mal que se supone que debe tener el personaje pasa desapercibida y su actuación es bastante gris. Vaya ¡hasta el robot R2 despierta más emociones! Pero bueno, Mark Hamill, (Luke Skywalker) tampoco era el gran actor pero Lucas sabe suplir con teconología lo que en actuación de su elenco no sabe conseguir.
Mención aparte merecen las inconsistencias de la historia que no parecen preocupar mucho al productor, como el hecho de que al final de la película se empieza a construir la Estrella de la Muerte que 20 años después (en el Episodio 4) será presentada como "¡la nueva arma secreta en construcción cuyos planos acaban de robar los rebeldes!"; o el hecho de que la princesa Leía nunca haya conocido a su madre y sin embargo sí la puedo describir perfectamente en el Episodio 6 "El Regreso del Jedi".
Cuestionado sobre este último error, George Lucas simplemente contestó: "es que en realidad no recordaba a su madre, sino a su madrastra". Total ¿qué se le puede decir? ¡Es su historia y él la puede cambiar como quiere!
Eso me recuerda también cuando en el documental de cómo se hizo el Episodio 1, los diseñadores le preguntan a Lucas muy preocupados cuál es el color de la sangre del viejito verde Yoda porque quieren que se transparenten sus orejas. Lucas responde palabras más, palabras menos: "no se preocupen, háganlo como quieran". En otras palabras sería: "no se claven, es sólo una película". Y así hay que tomarlo y disfrutarlo. Como una buena película. Ni más ni menos.
Eso es la Guerra de las Galaxias y George Lucas, su creador, lo sabe bien. Él mismo lo menciona, al admitir la influencia de los mitos y textos de literatura clásicos en su historia galáctica (en un documental transmitido el pasado fin de semana por el Canal Fox): "cuando yo veía lo que había escrito y luego cotejaba con los Clásicos, veía que había grandes coincidencias".
Lo que no es para nada clásico es que este creador haya sabido aprovechar su ingenio para hacerse de tal manera millonario. Lo ha hecho con sus 5 películas anteriores y lo vuelve a hacer con la última película de la serie. En su primer día de exhibición, el jueves pasado, El Episodio 3, La Venganza de los Sith, rompió una marca y acumuló más de 50 millones de dólares de recaudación.
Miles de personas, literalmente, acudieron a las salas a ver el capítulo en donde Anakyn Skywalker se vuelve malo y se convierte en el odiado y temido Darth Vader. Interesante, de hecho, cómo Lucas puede crear tanta expectativa por una historia que ya se conoce. Es decir, no es que los fans no supieran lo que iba a pasar en el Episodio 3, ya sabían casi todo y aún así las salas se llenaron. Y es que lo importante de las películas de la Guerra de las Galaxias no es tanto el qué sino el cómo.
El Qué, ya lo dijo Lucas, es básicamente los Clásicos. "No hay nuevo bajo el Sol", dijo también el Rey Salomón. Y en el caso de la Guerra de las Galaxias es cierto: dictaduras van, vienen y vendrán (tristemente) en la Historia humana, lo mismo que historias de amor y de rebeldía. Los mismo, la falta de novedad, puede decirse de las referencias místicas y religiosas que Lucas incorpora en sus historias, empezando desde luego de la influencia zen así como del panteísmo y del budismo que se ve claramente reflejados en la idea de "La Fuerza" hasta el concepto bíblico cristiano de la "concepción inmaculada" con que Anakyn es milagrosamente dado a luz.
No obstante, reitero que el atractivo irresistible de estas películas no sólo es el Qué sino sobre todo el Cómo. Conjuntar estos elementos clásicos y embonarlos con buen tino con buenas secuencias de acción y efectos especiales espectaculares que hasta antes de La Guerra de las Galaxias nadie soñaba, no es cosa fácil.
En el caso del Episodio 3, no hay duda que es de las mejores logradas de las seis. En mi opinión es la mejor de las seis películas, aunque quizá sea muy pronto para decirlo. La película fluye con un ritmo magistral y va saltando con presteza "de cabo a cabo" para no dejar ningún cabo suelto de los que la resolución a esta altura de la historia exige.
El peso de esta película era muy importante en la serie ya que había que resolver muchas cosas. Había que mostrar, por ejemplo, cómo Anakyn se vuelve al lado oscuro, había que mostrar cómo el Senador Palpatine se convierte en el Emperador, había que mostrar qué pasa con la esposa de Anakyn y cómo nacen los futuros Jedis, Leia y Luke, había que enseñar una gran pelea de antología entre Obi Wan y Anakyn así como entre Yoda y el Emperador, etc. Todo lo hace Lucas con buen ritmo y dándole a cada "nudo" de la historia su peso e importancia.
La película cumple y entretiene. Las escenas de pelea y las batallas son secuencias de acción perfectamente armadas mientras que elementos artísticos como la música y la ambientación hacen que las escenas cobren ese nivel épico memorable que tiene toda la serie.
Por supuesto, el filme tiene sus defectos también. Y no son novedad: la actuación y la dirección actoral han sido siempre el enorme Talón de Aquiles de las películas de George Lucas y en esta ocasión no fue la excepción. Las escenas de drama entre Hayden Christensen (Anakyn) y Natalie Portman (Padmé) se ven sosas, sin pasión, sin emoción. Lo mismo se puede decir de la actuación en general de Christensen. A pesar de que esta era la película donde más podría lucirse, el actor no dio para mas. La gran lucha interna entre el bien y el mal que se supone que debe tener el personaje pasa desapercibida y su actuación es bastante gris. Vaya ¡hasta el robot R2 despierta más emociones! Pero bueno, Mark Hamill, (Luke Skywalker) tampoco era el gran actor pero Lucas sabe suplir con teconología lo que en actuación de su elenco no sabe conseguir.
Mención aparte merecen las inconsistencias de la historia que no parecen preocupar mucho al productor, como el hecho de que al final de la película se empieza a construir la Estrella de la Muerte que 20 años después (en el Episodio 4) será presentada como "¡la nueva arma secreta en construcción cuyos planos acaban de robar los rebeldes!"; o el hecho de que la princesa Leía nunca haya conocido a su madre y sin embargo sí la puedo describir perfectamente en el Episodio 6 "El Regreso del Jedi".
Cuestionado sobre este último error, George Lucas simplemente contestó: "es que en realidad no recordaba a su madre, sino a su madrastra". Total ¿qué se le puede decir? ¡Es su historia y él la puede cambiar como quiere!
Eso me recuerda también cuando en el documental de cómo se hizo el Episodio 1, los diseñadores le preguntan a Lucas muy preocupados cuál es el color de la sangre del viejito verde Yoda porque quieren que se transparenten sus orejas. Lucas responde palabras más, palabras menos: "no se preocupen, háganlo como quieran". En otras palabras sería: "no se claven, es sólo una película". Y así hay que tomarlo y disfrutarlo. Como una buena película. Ni más ni menos.
4 comentarios
fdgdgf -
Claudia -
Saludos.
Ric -
Y quiero agregar que para mí, el mejor actor de toda la saga es R2-D2.
Erich -
Saludos!